viernes, 31 de octubre de 2008

CLOSE TO YOU

Este tema q lo busque tanto siempre explicando capitulos de los simpsons... es el tema preferido de marge, el q tararea cuando decide aventurarse en algo sumamente atrevido y se compra un timbre con la melodia q dice tu ru rui turururiruu tairarii... y ademas de ese capitulo cada vez q hay una situacion romantica de cuando marge y homero se conocen por ej q estan en el aula de castigos suena de fondo el tema de "the carpenters"... algun dia si me caso q sea con este tema jaja


jueves, 30 de octubre de 2008

Instrucciones para abrir el paquete de jabón Sunlight

(Trabajo realizado por Manuel Mandeb por encargo de la agencia de publicidad Vivencia.)

1) Busque la flecha indicadora.

2) Presione con el dedo pulgar hasta que el cartón del envase ceda.

3) Disimule. Soy un joven escritor que no tiene ocasión mas que esta de conectarse con las muchedumbres. Usted finja que sigue abriendo este estúpido paquete y yo le diré algunas verdades.

4) Los vendedores de elixir nos convidan todos los días a olvidar las penas y mantener jubiloso el ánimo. El Pensamiento Oficial del Mundo ha decidido que una persona alegre es preferible a una triste.

5) La medicina aconseja cosmovisiones optimistas por creerlas más saludables. Al parecer, la verdad perjudica la función hepática.

6) Viene gente. Siga la línea de puntos indicada por la flecha.

7) Escuche bien porque tenemos poco tiempo: la tristeza es la única actitud posible que los compradores de este jabón pueden adoptar ante un universo que no se les acomoda. Toda alegría no es más que un olvido momentáneo de la tragedia esencial de la vida. Puede uno reírse del cuento de los supositorios, pero este es apenas un descanso en el camino. Uno juega, retoza y refiere historias picarescas, solamente para no recordar que ha de morirse. Ese es el sentido original de la palabra diversión: apartar, desviar, llamar la atención hacia una cosa que no es la principal.

8) Conversar acerca de estos asuntos es considerado de la peor educación. Los comerciantes se escandalizan, las personas optimistas huyen despavoridas, los maximalistas declaran que la angustia ante la muerte es un entretenimiento burgués y los escritores comprometidos gritan que la preocupación metafísica es literatura de evasión. Al respecto, mientras le recomiendo que no deje el paquete de jabón al alcance de los niños, le juro que todo lo que se escribe es de evasión, menos la metafísica: las noticias políticas, los libros de sociología, los horarios del ferrocarril, los estudios sobre las reservas de petróleo, no hacen más que apartarnos del tema central, que es la muerte.

9) Calcule 100 gr. de jabón por cada kilo de ropa sucia.

10) Cuanto más inteligente, profunda y sensible es una persona, más probabilidades tiene de cruzarse con la tristeza. Por eso, las exhortaciones a la alegría suelen proponer la interrupción del pensamiento: "es mejor no pensar..." Casi todos los aparatos y artificios que el hombre ha inventado para producir alegría suspenden toda reflexión: la pirotecnia, La música bailable, las cantinas de La Boca, el metegol, los concursos de la televisión, las kermeses.

11) Separe la ropa blanca de la ropa de color. Y entienda que la tristeza tiene más fuerza que la alegría: un hombre recibe dos noticias, una buena y una mala. Supongamos que ha acertado en la quiniela y se ha muerto su hermana. Si el hombre no es un canalla, prevalecerá la tristeza. El premio no lo consolará de la desgracia. Byron decía que el recuerdo de una dicha pasada es triste, mientras que el recuerdo de un pesar sigue siendo pesaroso.

12) No mezcle este jabón con otros productos y no haga caso de los sofistas risueños. Tarde o temprano alguien le dirá: "Si un problema tiene solución, no vale la pena preocuparse. Y si no la tiene, ¿qué se gana con la preocupación?" Confunde esta gente las arduas cuestiones de la vida con las palabras cruzadas. La soledad, la angustia, el desencuentro y la injusticia no son problemas sino tragedias, y no es que uno se preocupe sino que se desespera.
Lloraba Solón la muerte de su hijo.
Un amigo se le acerca y dice:
- ¿Por qué lloras, si sabes que es inútil?
- Por eso - contestó Solón - porque sé que es inútil.

13) No está mal ser triste, señora. El que se entristece se humilla, se rebaja, abandona el orgullo. Quien está triste se ensimisma, piensa. La tristeza es hija y madre de la meditación. Participe del concurso "Vacaciones Sunlight" enviando este cupón por correo.

14) Ahora que se fue el jabonero, aprovecharé para confesarle que suelo elegir a mis amigos entre la gente triste. Y no vaya a creer el ama de casa Sunlight que nuestras reuniones consisten en charlas lacrimógenas. Nada de eso: concurrimos a bailongos atorrantes, amanecemos en lugares desconocidos, cantamos canciones puercas, nos enamoramos de mujeres desvergonzadas que revolean el escote y hacemos sonar los timbre de las casas para luego darnos a la fuga. Los muchachos tristes nos reímos mucho, le aseguro. Pero eso sí: a veces, mientras corremos entre carcajadas, perseguidos por víctimas de nuestras ingeniosas bromas, necesitamos ver un gesto sombrío y fraternal en el amigo que marcha a nuestro lado. En el gesto noble que lo salva a uno para siempre. Es el gesto que significa "atención, muchachos, que no me he olvidado de nada".

NOTA: Las instrucciones para abrir el paquete de jabón Sunlight fueron rechazadas.

martes, 28 de octubre de 2008

DE LA SOLEDAD, AUSENCIAS Y AUSENTES.

Esa tarde el aire se sentía pesado y sombrío, volví a casa de mi madre a dejarle sus remedios que compre cuando volvía de la facultad. Escuche en el colectivo que en Buenos Aires había problemas. No quise saber mas.
Eran los primeros días de otoño y ya añoraba las tardes de verano que paseábamos en bicicleta, en esas expediciones por la ciudad, buscando el “mejor rincón para leer del mundo”, que le llamábamos así a pesar de que nuestras travesías no iban mas allá de 10 manzanas de radio. El sol del verano abrigaba nuestras largas horas de silencio y lecturas. A pesar de eso sentía que estábamos tan comunicados, aunque no dijéramos una palabra durante horas. Tu respiración generaba un ritmo que me llevaba a un estado somnoliento que a la vez me introducía en cada historia de una manera fantástica; fui testigo de la profunda charla de la Rosa con el niño de Saint Exupery y cada una de sus aventuras fueron mías, vi caer a Livraga y sus compañeros en ese terreno baldío de José León Suárez, sintiéndome cómplice de esa matanza pero tan feliz e impotente a la vez, al verlo huir, malherido y aterrorizado, para poder hacer conocer su historia.
Anoche hicimos lo que en tantas otras: escuchamos el radioteatro* y después me mostraste tu nuevo disco de jazz. Siempre decías “quien entiende el jazz entiende la vida” y así aprendí por vos a leer tus partituras como si fueran cartas amarillas y polvorientas, cartas de amigos que ya no están, nostálgicos amigos con nuevas vidas en lugares alejados de su tierra. Esa noche, mientras me contabas sobre una novela de uno de tus autores preferidos, lloramos juntos, el fuego perdía vigor y nuestro amigo George Orwell, con su visión de un futuro lejano para el y para nosotros tan próximo, había abandonado la habitación.
Te espere esa noche. Cenamos y no venias. Encendimos la radio, lo que no quise oír en el colectivo se me presento de repente, una voz oficial decía como tantas otra veces; "Se comunica a la población que, a partir de la fecha, el país se encuentra bajo el control operacional de la Junta de Comandantes Generales de las Fuerzas Armadas. Se recomienda a todos los habitantes el estricto acatamiento a las disposiciones y directivas que emanen de autoridad militar, de seguridad o policial, así como extremar el cuidado en evitar acciones y actitudes individuales o de grupo que puedan exigir la intervención drástica del personal en operaciones". No venias.
Hubo otro comunicado oficial, mi almuerzo en el comedor universitario lo guarde para llevar a casa, como siempre hacia, para comer con mamá. Volví temprano, la Argentina de Menotti le ganó a Polonia por dos a uno, llegaste. Abatido me dijiste las mas dulces y duras palabras. Fueron los mejores y mas dolorosos minutos de mi vida. Ya el olor a ginebra y cigarrillo que tanto odiaba se hacia perfume de nostalgia, aun me abrazabas, te llevaste todos tus regalos, quemamos todas nuestras fotos. Odiabas las despedidas.
Hoy me abrazan las ramas de un árbol que elegimos, en un parque al final de una avenida con nombre de general. La culpa se acumula a medida que reviso las pertenencias que llegaron de un desconocido. Veo tu pasaporte, sellos de entrada y salida me dicen que no bajaste los brazos, que no abandonaste la lucha. La tierra de la que huyeron nuestros abuelos muchas veces te dieron cobijo. Me hago cargo de cartas sin destinatario, sabiendo que solo lo hacías por protección. Tampoco tienen remitente. En particular me llamo la atención una, la ultima, hacia mucho que no escribías. Este párrafo me conmovió y me lleno de culpa: “... extrañamente ese medio día almorzamos carne, nos dieron ropas limpias, caminamos mucho sin salir del edificio, subimos a un camión sin luz. Pasamos la noche ahí viajando, y de madrugada entramos a otro edificio, el olor a río me era muy familiar. Las voces y cantos eran cada vez mas potentes y cercanos, la felicidad de tanta gente desbordaba las paredes. Nos ordenaron nos quitáramos las capuchas. Salimos del pequeño cuarto en que estábamos y vi que éramos cerca de cien hombres. Escuche de un cabo que no éramos los únicos. Estábamos en el principio de uno de los partidos del mundial de fútbol, salimos a un balcón en el estadio, reconocí el lugar. Rosario. El celeste y blanco del cielo que vio crear la bandera se confundía con los miles de fanáticos, abrumando las banderas peruanas. La alegría era desbordante, sin embargo había algo que hacia que no pudiera contagiarme, reconocí el mismo sentimiento en mis compañeros, solo escuchábamos. Hace mas de tres meses en los que cada noche pienso en que quiero morir, hace tres meses que reafirmo mi lucha por la libertad, hace tres meses que lo único que me mantiene vivo es la esperanza de saber que alguien nos esta buscando, que alguien nos va a salvar, que se preguntan donde estamos. Hoy vi que no es así, que hay tantas cosas mas importantes, que la lucha es en vano. La euforia de miles me desgarra. Quiero volver al suelo frió y mojado de mi celda donde las ratas ya eran amables, las cuarenta mil personas que veía me daban la espalda, me dejaron solo, caminaba entre muertos. Yo estaba muerto ...”.
En su ultima carta no me mencionaba, odiaba las despedidas.