lunes, 22 de noviembre de 2010

CANTATA DE PUENTES AMARILLOS

Hay artes combinadas.
Algunos músicos, generalmente carentes de talento musical, se dedican a adornar con simpáticos acordes, que no transmiten demasiado, letras que pretenden alzarse con el protagonismo y que tienen la responsabilidad de decir lo que los sonidos no pueden.
Este no es el caso, pues esta obra derrocha musicalidad, es una canción que tiene diversas etapas, muchas canciones en una, un viaje o un proceso, o mejor un repaso de situaciones, sentimientos, de tiempo y emociones.
Esta pieza cumbre del rock podría no tener letra, pero ademas de ser un despliegue de virtuosismo musical también se da el lujo de contar una prosa que me carcome la envidia. Por tener la lucidez y la sensibilidad de poder leer la realidad social, humana y personal de un Spinetta de no mas de 23 años.
Lean la letra que la dejo abajo, pero si no... toquen el link, suban el volumen, busquen un respaldo cómodo y prendan o sirvan algo que los acompañe en estos 9 minutos de placer.


CANTATA DE PUENTES AMARILLOS
- Luis Alberto Spinetta -

Todo camino puede andar
Todo puede andar...
Con esta sangre alrededor
no sé que puedo yo mirar
la sangre ríe idiota
como esta canción
¿ante quién?

Ensucien sus manos como siempre
Relojes se pudren en sus mentes
ya

y en el mar naufragó
una balsa que nunca zarpó
mar aquí, mar allá

En un momento vas a ver
que ya es la hora de volver
pero trayendo a casa todo aquél
fulgor
¿y para quién?

Las almas repudian todo encierro
las cruces dejaron de llover

sube al taxi, nena
los hombres te miran
te quieren tomar
ojo el ramo, nena
las flores se caen, tenes que parar
Vi las sortija muriendo en el
carrusel
Vi tantos monos, nidos, platos de
café
platos de café...

Guarda el hilo, nena
guarden bien tus manos
esta libertad
ya no poses, nena
todo eso es en vano
como no dormir

Aunque me fuercen yo nunca voy a decir
que todo tiempo por pasado fue mejor
mañana es mejor

Aquellas sombras del camino azul
¿dónde están?
yo las comparo con cipreses que vi
sólo en sueños
y las muñecas tan sangrantes
de llorar
yo te amo tanto que no puedo
despertarme sin amar
y te amo tanto que no puedo
despertarme sin amar

¡No! nunca la abandones
¡No! puentes amarillos
Mira el pájaro, se muere en su jaula
¡No! nunca la abandones
Puentes amarillos, se muere en su jaula
Mira el pájaro, puentes amarillos
Hoy te amo ya
y ya es mañana
Mañana

martes, 28 de septiembre de 2010

CAPITULO 93, RAYUELA.

Un extracto de Rayuela que por estos tiempos siempre me gusta releer.
23.09.2007


-hb-

Capitulo 93, Rayuela
- Julio Cortázar -

Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación de] amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fájate. Pero fijate bien, porque no es gratuito.

¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. Pero estoy solo en mi pieza, caigo en artilugios de escriba, las perras negras se vengan cómo pueden, me mordisquean desde abajo de la mesa. ¿Se dice abajo o debajo? Lo mismo te muerden. ¿Por qué, por qué, pourquoi, why, warum, perchè este horror a las perras negras? Miralas ahí en ese poema de Nashe, convertidas en abejas. Y ahí, en dos versos de Octavio Paz, muslos del sol, recintos del verano. Pero un mismo cuerpo de mujer es María y la Brinvilliers, los ojos que se nublan mirando un bello ocaso son la misma óptica que se regala con los retorcimientos de un ahorcado. Tengo miedo de ese proxenetismo, de tinta y de voces, mar de lenguas lamiendo el culo del mundo. Miel y leche hay debajo de tu lengua... Sí, pero también está dicho que las moscas muertas hacen heder el perfume del perfumista. En guerra con la palabra, en guerra, todo lo que sea necesario aunque haya que renunciar a la inteligencia, quedarse en el mero pedido de papas fritas y los telegramas Reuter, en las cartas de mi noble hermano y los diálogos del cine. Curioso, muy curioso que Puttenham sintiera las palabras como si fueran objetos, y hasta criaturas con vida propia. También a mí, a veces, me parece estar engendrando ríos de hormigas feroces que se comerán el mundo. Ah, si en el silencio empollara el Roc... Logos, faute éclatante. Concebir una raza que se expresara por el dibujo, la danza, el macramé o una mímica abstracta. ¿Evitarían las connotaciones, raíz del engaño? Honneur des hommes, etc. Sí, pero un honor que se deshonra a cada frase, como un burdel de vírgenes si la cosa fuera posible.

Del amor a la filología, estás lucido, Horacio. La culpa la tiene Morelli que te obsesiona, su insensata tentativa te hace entrever una vuelta al paraíso perdido, pobre preadamita de snack-bar, de edad de oro envuelta en celofán. This is a plastic's age, man, a plastic's age. Olvidate de la perras. Rajá, jauría, tenemos que pensar, lo que se llama pensar, es decir sentir, situarse y confrontarse antes de permitir el paso de la más pequeña oración principal o subordinada. París es un centro, entendés, un mandala que hay que recorrer sin dialéctica, un laberinto donde las fórmulas pragmáticas no sirven más que para perderse. Entonces un cogito que sea como respirar París, entrar en él dejándolo entrar, neuma y no logos. Argentino compadrón, desembarcando con la suficiencia de una cultura de tres por cinco, entendido en todo, al día en todo, con un buen gusto aceptable, la historia de la raza humana bien sabida, los períodos artísticos, el románico y el gótico, las corrientes filosóficas, las tensiones políticas, la Shell Mex, la acción y la reflexión, el compromiso y la libertad, Piero della Francesca y Anton Weber, la tecnología bien catalogada, Lettera 22, Fiat 1600, Juan XXIII. Qué bien, qué bien. Era una pequeña librería de la rue du Cherche-Midi, era un aire suave de pausados giros, era la tarde y la hora, era del año la estación florida, era el Verbo (en el principio), era un hombre que se creía un hombre. Qué burrada infinita, madre mía. Y ella salió de la librería (recién ahora me doy cuenta de que era como una metáfora, ella saliendo nada menos que de una librería) y cambiamos dos palabras y nos fuimos a tomar una copa de pelure d'oignon a un café de Sèvres-Babylone (hablando de metáforas, yo delicada porcelana recién desembarcada, HANDLE WITH CARE, y ella Babilonia, raíz de tiempo, cosa anterior, primeval being, terror y delicia de los comienzos, romanticismo de Atala pero con un tigre auténtico esperando detrás del árbol). Y así Sèvres se fue con Babylone a tomar un vaso de pelure d'oignon, nos mirábamos y yo creo que ya empezábamos a deseamos (pero eso fue más tarde, en la rue Réaumur) y sobrevino un diálogo memorable, absolutamente recubierto de malentendidos, de desajustes que se resolvían en vagos silencios, hasta que las manos empezaron a tallar, era dulce acariciarse las manos mirándose y sonriendo, encendíamos los Gauloises el uno en el pucho del otro, nos frotábamos con los ojos, estábamos tan de acuerdo en todo que era una vergüenza, París danzaba afuera esperándonos, apenas habíamos desembarcado, apenas vivíamos, todo estaba ahí sin nombre y sin historia (sobre todo para Babylone, y el pobre Sèvres hacía un enorme esfuerzo, fascinado por esa manera Babylone de mirar lo gótico sin ponerle etiquetas, de andar por las orillas del río sin ver remontar los drakens normandos). Al despedirnos éramos como dos chicos que se han hecho estrepitosamente amigos en una fiesta de cumpleaños y se siguen mirando mientras los padres los tiran de la mano y los arrastran, y es un dolor dulce y una esperanza, y se sabe que uno se llama Tony y la otra Lulú, y basta para que el corazón sea como una frutilla, y...

Horacio, Horacio.

Merde, alors. ¿Por qué no? Hablo de entonces, de Sèvres-Babylone, no de este balance elegíaco en que ya sabemos que el juego está jugado.

martes, 31 de agosto de 2010

EXTRAVÍOS

II

En principio, voy a pedirte disculpas por la demora, y a modo de excusa quiero contarte que me fue muy difícil encontrar un momento de serenidad para poder detenerme y escribir estas líneas, puesto que desde que me vi obligado a emprender este viaje, el ruido y los avatares propios de los grandes “cambios”, por llamarlo de alguna manera, me hicieron un poco tortuoso este periodo de vida.

De pronto, me encontré dejando el anden, y con él tantas cosas preciadas que la angustia del destierro y el desarraigo llenaron mi amplia cavidad toráxica, que por su ya mencionada extensión, pudo alojar también gran cantidad de sustancia pesarosa, teoría firmemente abalada por la física quántica desde tiempos remotos.

Como es inevitable, busque caras familiares por la ventanilla, o tal vez solo una, que con un gesto me dijera hasta pronto. Pero la estación esa noche se encontraba tan vacía y fría que ni el fantasmagórico boletero cumplio la formalidad de desearme un “buen viaje”.

Para no perder las esperanzas, o quizá la costumbre, corrí en sentido opuesto a la marcha de la locomotora. Primero, atravesando a la señora rubia, que en silencio y sin mirarme coloco su equipaje en mi camino. Sorteando valijas elegantes y bien etiquetadas un grupo de muchachos, primero tres sobre la izquierda, luego dos universitarias con sus mochilas justo por detrás de los anteriores, que viajaban con muchos mas, diez o quince, a los que uno a uno fui pidiendo permiso arrebatadamente. Eran oídos sordos, aturdidos por los gritos y el murmullo general, pero particularmente de las muchachas del fondo que parecía que su charla no tuviera fin, con sus tonos petulantes y esos timbres irritantes, atormentaban el humor de mis interlocutores y el mío propio. Al abrirme camino, me precipitaba sobre esta gente y casi descortésmente vociferaba “disculpas” y “permisos” que a veces respondían con buenos gestos y hasta alientos, como si conocieran o entendieran el motivo de mi carrera hacia el final del vagón, pero al mismo tiempo enangostando el pasillo de mil maneras. Tal vez hayas estado en alguna parte de esa larga y desteñida línea amarilla, pero había muchos que obstaculizaban la visión por las ventanillas pocas ventanillas que permanecían abiertas.

Debo confesar que al llegar al fondo del tren, vi alejarse el anden y con el ésta y algunas otras costumbres. No así mis esperanzas.

Con la locomotora ya en marcha, estuve deambulando por vagones extraños. Era como si cada uno hubiera sido cortado de un tren diferente, cada uno con sus viajes, sus pasajeros, su vida, su deterioro. Las datas de creación del vagón más nuevo y el que aparentaba mayor vejez deben haber tenido casi dos siglos de diferencia y ni siquiera cumplían con alguna cronología en su ordenamiento. Parecía que el encargado de dicha selección no tubo el menor método ni concepción del final de su obra.

Luego de mi primer recorrida ya había armado una noción básica de la composición del vehículo y fácilmente podía decir que éste tren contaba con tres salones comedor; el primero y más amplio parecía nuevo, pero a la vez tan ecléctico que me llenaba de nostalgia hasta el agua tónica del menú. Tenia luces tenues en los ángulos, y las puertas eran casi imperceptibles, la sensación de encontrarse en un lugar tan impactante de repente era casi vertiginosa y aun más el no concebir la idea de estar afuera. Algunos biombos segmentaban el vagón en cuatro o cinco espacios muy bien definidos en su personalidad pero también muy bien comunicados entre si, aunque no siempre armoniosamente.

En el salón central se sucedían desopilantes historias que sin el mayor esfuerzo de intromisión o chismorreo se podían disfrutar como si fueran obras de teatro finamente creadas y dirigidas, desgraciadamente, a un publico desinteresado. Los personajes y los dramas de estas historias cambiaban sucesivamente pero la similitud de los protagonistas nos hacia sospechar que siempre se hablaba de los mismos. Obviamente un hombre y una mujer con sus personalidades chocantes, sus encuentros y desencuentros y un sin fin de hechos que los hacían tan interesantes en conjunto, tan singulares y sinérgicos, los dos amalgamados en una transgresora historia que se sucedía como una serie de episodios mezclados en una gran cacerola y revueltos con un paletón de madera.

lunes, 23 de agosto de 2010

LOS DOS REYES Y LOS DOS LABERINTOS

Un texto que conocí de forma oral y que descubrí hace unos días en "El Aleph", libro del cual alguna vez les envié el cuento homónimo y que no para de darme satisfacciones.
De como, Dioses para algunos Naturaleza para otros, crean las maravillas que nuestro planeta nos muestra y nos permite habitar a condición de pasar lo mas desapercibido posible, puesto que todas las modificaciones que en el medio impacten nos llevan indefectiblemente a la aniquilación.
Suena apocalíptico, pero si hasta una mínima flor silvestre genera toxinas como recurso de defensa para sobrevivir, por qué no el planeta entero. Que cosa mas lógica que estoy diciendo y sin embargo todos los días hacemos cientos de acciones en pro del fin.
También tengamos a bien notar que la simplicidad de algunas cosas son obras tan o mas magnánimas que el mas rebuscado y logrado trabajo.

Se vemosss!

- hb -



LOS DOS REYES Y LOS DOS LABERINTOS
- JORGE LUIS BORGES -


Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mandó a construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribo sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que veden el paso." Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con aquel que no muere.

viernes, 23 de julio de 2010

HOY ES SIEMPRE

No se crea el lector de estas lineas que quien les habla es un pastor evangelista ni que estoy pensando que soy un iluminado con la tarea de transmitir un mensaje divino, simplemente la ultima cervecita que compartí con mis colegas Macanudos en la madrugada de hoy sigue dando vueltas por este cuerpo, activando algunas fibras sensibles que pienso poner al descubierto por este medio, ya que cuento con la impunidad de 6 horas en esta oficina hasta que mis compañeros de tragos/trabajo se despierten y sean capaces de leer esta esquela.
Esta mañana cuando mi cara se despegaba pesadamente del abrazo tierno, acogedor y hasta traicionero de mi almohada, me dije "gran madre la de la parte intima de la hembra del loro". Me lo dije en silencio, pensando en lo bueno que iba a ser cuando vuelva a casa y la oscuridad me acompañe en una impune siesta que complete las horas de sueño que debe cumplir una persona normal. Pero en el gélido camino al baño fui atravesado por un enceguecedor destello de luz, que trate de evadir achinando los ojos, porque la lentitud característica de las primeras horas del día no me permitían una maniobra mas arriesgada. Cuando me disponía a gambetear esta situación, en el medio segundo en que paso todo esto, empece a sentir el calor, la energía que me derretía las estalactitas que pendían de la punta de mi nariz. Ahí reconocí de donde venia el calor. Decenas de haces de sol riéndose de la persiana se escabullían para clavarse en mi, y que las partículas esas que andan en el aire hacían que sean tangibles como agujas de tejer tibiesitas, por ahora, que me llenaban de vida, relajaban mi mandíbula harta de temblequear, me abrían los ojos al tiempo que se acostumbraban mis pupilas y mi espalda se erguía junto a las ganas de vivir que tengo hoy.
Justo me llamaron y me olvide un poco lo que iba en este párrafo pero la idea era algo así: que buena onda el sol que sale, nos llena de energía, fija la vitamina D y E, nos da luz reduciendo los escondites de los cacos, permite la fotosíntesis de las plantas que hacen que podamos respirar el escaso aire puro que nos da vida, todo eso al módico precio de NADA. O quizá el precio es mucho mas caro que cualquier otro, capas que el sol simplemente nos muestra lo magnifico que es, y todos los días sale a presumir su grandeza, su vital e inevitable presencia, su terrible, despiadado y fatal resplandor, su voraz ego insaciable de admiración.
Olvidando la ultima oración, cargada del recelo propio de la gente que invento la frase "cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía", se me ocurrió que toda la vitalidad y alegría que tenia a esa hora de la mañana, con un arduo día por delante que tal vez termine recién el lunes que viene a la siesta, era digna de compartir, como el sol. Decido compartirla.
La idea de la siesta salvadora se esfumo, la esperanza de que mas tarde iba a estar mejor que ahora se perdía en el cielo azul puro, con nubes que simplemente cumplían el rol de entretenerme con sus formas, del extraño silencio de la media mañana que de niño experimentaba cuando me sacaban sangre y entraba tarde al colegio y que hoy experimento cuando llego forastero a alguna ciudad donde la gente desarrolla su rutina y me entretengo viendo simplemente eso, como viven, como toman el colectivo imaginando los remotos destinos de la señora que relojea su muñeca a la par que un hombre de bigote que era canoso y ahora lo tiñe a cada bocanada de amarillo nicotina.
Todas las sensaciones que en unos segundos experimente gratis esta mañana me hicieron notar que el mejor momento es ahora mismo, que la salvación esta a la vuelta de la esquina y que las sonrisas esperan ansiosas a que las usemos. Les cuento todo esto para que vean a su alrededor y encuentren esas sensaciones que se ocultan atrás de las pilas de papeles para archivar, los apuntes para leer y el monitor que nos acapara la atención que deberíamos poner a la ventana que encuadra el arsenal de amarillos y ocres que nos regala este soleado invierno.
La propuesta es disfrutar de estas cosas, que la mas mínima sensación nos llene de felicidad, la propuesta es que cuando pidamos algo hagamos sentir que realmente necesitamos de esa persona y cuando agradezcamos un favor hagamos sentir nuestro agradecimiento. Están de ofertas las oportunidades de hacer la acción del día prestando atención a los que necesitan ser escuchados y no ser indiferentes a los que con un simple abrazo van a ser mas felices. No pido que salgamos vorazmente a construir casas ni recolectar comida, cosa que seria grandiosa, simplemente les propongo hacer del día a día un tiempo mejor, con menos bocinas, con mas cabeceadas de "pase ud." y básicamente con mas cariño y amor para todo el mundo.
Hoy es el momento de empezar a ser felices con lo que tenemos, con lo que nos falta, con el peso de nuestras historias y la esperanza de las que vendrán. Empecemos a sentir cosas, sentir amor y no callarlo ni mucho menos mezquinarlo, producir, hacer felicidad y luchar contra los que no nos lo permiten, pero que la lucha nos haga felices también.
Gracias a los que llegaron a este párrafo y espero que huestes de personas alegres salgan a contagiar alegría y sean soles de felicidad que vociferan su cariño por la vida y por la gente en todas las esquinas de esta ciudad cada vez mas amargada y hundida en pesares que probablemente empeoren, luchemos contra esto desde adentro y vamos a tener la energía para exteriorizarlo.
Me pongo a trabajar, contento, pero no sin antes agradecer públicamente a Tucho que entre copas me dijo sabias palabras anoche, pedir perdón al Sr. que manejaba ayer un Ford Fiesta rojo desde el aeropuerto a circunvalación que no sabe usar el carril rápido y lo trate un poco mal, abrazo a Paliio y al Igni que con penas a cuestas me están dando muchas alegrías y a vos.

Abrazo grande y gran fin de semana para todos.

4to Macanudo.

lunes, 12 de julio de 2010

RELATORES

Como para no quedar afuera de esta ola mundialista, me decidí seleccionar algunos cuentos afines al jolgorio popular que despierta este singular deporte llamado balonpié. Algunos muy lindos y apasionados los encontré en autores orientales, no del oriente de ojos rasgados si no del oriente de mate en mano, termo bajo el brazo, papeleras en los ríos y enormes manos emergiendo de la playa, pero me pareció ir en contra de esta fiebre patriótica que se despierta cada 4 años y que por mas que digamos que solo un partido de fútbol puede lograr eso, yo digo "bueno, aunque sea un partido de fútbol lo logra".
Entonces recurrí a un autor argentino de mis favoritos, como muchos habrán notado, y este cuento que habla particularmente de la gente que tiene el poder de arruinar, o embellecer, eso que para algunos es un arte.

- hb -

RELATORES
- Alejandro Dolina -

Los griegos creían que las cosas ocurrían para que los hombres tuvieran algo que cantar. Las guerras, los desencuentros, los amores trágicos, los horrendos crímenes, las gestas heroicas: todo tenía para los dioses impíos el único fin de proporcionarles tema a los cantores. La Historia pone al alcance del menos docto centenares de ejemplos de relatos que fueron más ilustres que los sucesos narrados.
Resulta difícil concebir una idea más triste del destino humano. Sin embargo, a los juglares, cantores, cronistas y narradores de cuentos les complace pensar que el mundo se mueve para favorecerlos en su oficio.
Héctor Bandarelli, el relator deportivo de Flores, creyó pertenecer a la estirpe de Homero. Durante toda su vida se esforzó para que la narración deportiva alcanzara las alturas artísticas de la épica.
En sus comienzos, Bandarelli hizo algo que nadie había hecho antes. Siendo entre ala izquierdo del equipo de Empalme San Vicente, acostumbraba relatar los partidos que él mismo jugaba. Era héroe y juglar, Aquiles y Homero, Eneas y Virgilio.
Según dicen, no era del todo imparcial en sus narraciones. Cuando se hacía de la pelota, comenzaba a elogiar su propia jugada.
-Extraordinario, Bandarelli avanza en forma espectacular.
Muchas veces, por elegir las palabras e impostar la voz, se perdía goles cantados. Cantados incluso por el mismo.
A medida que pasaba el tiempo, el relator iba superando al jugador. Algunos viejos que lo vieron jugar cuentan que pasaba la mayor parte del tiempo parado en el medio de la cancha, relatando, casi sin tocar la pelota.
Finalmente fue excluido del equipo. Sin rencor ni tristeza, siguió acompañando las modestas giras del Empalme San Vicente, solo para relatar desde un costado de la cancha el partido que jugaban sus antiguos compañeros. Lo hacía sin micrófono y sin radio, de modo que nadie lo escuchaba, salvo algún wing peregrino que alcanzaba a oír de paso su voz emocionada.
Después, según se sabe, el Empalme San Vicente dejó de jugar y sus futbolistas pasaron a integrar otros equipos.
Y en ese momento, cuando todo hacía sospechar la decadencia de Bandarelli, el hombre dio un paso genial: descubrió que su narración no necesitaba de un partido real. Era posible relatar partidos imaginarios, hijos de su fantasía.
Parece una evolución previsible: los antiguos poetas cantaban hazañas más o menos reales. Después las inventaron.
Lo mismo sucedió con Bandarelli. Y al no tener que ceñirse al rigor de los hechos ciertos, los partidos que relataba empezaron a mejorar: se lograban goles estupendos, los delanteros eludían docenas de rivales, había disparos desde cincuenta metros, los arqueros volaban como pájaros, se producían incidentes cruentos, los árbitros cometían errores perversos. De a poco, el artista fue incorporando elementos más complejos a su obra. El tiempo, por ejemplo, manejado en un principio de un modo convencional, pasó a tener durante el apogeo de Bandarelli un carácter artístico y psicológico. Los partidos podían durar un minuto o tres horas.
Algunas veces, el relator omitía cantar un gol, pero daba claves y mensajes sutiles para que el oyente descubriera la terrible existencia del gol no cantado. Aparecían, cada tanto, unas historias laterales que provocaban un falso aburrimiento, que no era sino una trampa para mejor asestar la alevosa puñalada del gol sorpresivo.
Todos recuerdan el famoso partido Boca-Alumni que Bandarelli relató en un asado del club Claridad de Ciudadela. En esta obra mezcló jugadores actuales con glorias de nuestro pasado futbolístico. Los viejos hacían fuerza por Alumni, los más jóvenes por Boca. Ganó Alumni, pero en su magistral narración, Bandarelli dejó caer -con toda sutileza- la sensación de que los boquenses, por respeto a la tradición, se habían dejado ganar.
Las audiencias de Bandarelli no siempre fueron numerosas. Algunos partidos los relató solo, en una mesa del bar “La Perla” de Flores, ante el estupor de los mozos y parroquianos. Pero poco a poco, los muchachones del barrio fueron descubriendo sus méritos y con el tiempo hubo quienes prefirieron escucharlo a él antes que ir a la cancha.
En 1965, Héctor Bandarelli organizó su campeonato paralelo de fútbol. Todos los domingos narraba el encuentro principal, mientras un colaborador lo interrumpía para comunicar lo que sucedía en el resto de los partidos.
Algunas firmas comerciales de Flores lo ayudaron a solventar los nulos gastos del certamen a cambio de avisos publicitarios.
Las narraciones tenían lugar en la puerta de la casa de Bandarelli y, cuando llovía, en la cocina. Hay que decir que el relator poeta nunca trabajó para ninguna emisora y jamás utilizó micrófono, salvo en la grabación que realizara del segundo tiempo de Barracas Central-Barcelona, ya en el final de su carrera.
El campeonato paralelo terminó en un desastre. El artista no tuvo mejor ocurrencia que sacar campeón a Unión de Santa Fe y mandar al descenso a River, lo que irritó a muchas personas, que hasta llegaron a agredir a Bandarelli.
Pero todos los que saben algo del relator coinciden en afirmar que su mejor partido fue Alemania-Villa Dálmine, relatado en el Colegio Alemán de la calle José Hernández, a pedido de la Asociación Cooperadora.
Ese encuentro fue un verdadero canto a la hermandad entre los hombres. Los zagueros entregaban banderines a los delanteros rivales en cada jugada. El árbitro abrazaba llorando a los futbolistas que quedaban en offside. Los de Villa Dálmine hicieron una suelta de palomas celestes y blancas a los quince minutos del segundo tiempo para celebrar el segundo gol de la selección alemana. En el final, todos se abrazaron e intercambiaron obsequios.
Fue inolvidable. En el Colegio Alemán, los padres lloraban de emoción añorando la tierra de sus antepasados. Algunos miembros de la Asociación Cooperadora le pidieron a Bandarelli que volviera a relatar el encuentro en diferido, pero el artista se negó.
En el esplendor de su actividad, tal vez advirtiendo el carácter efímero de su obra, resolvió escribir libretos detallados que luego archivaba prolijamente. Desgraciadamente, sus familiares quemaron este valiosísimo corpus argumentando que juntaba mugre. Nos queda apenas un breve fragmento, correspondiente al encuentro Boca Juniors 3-Vélez Sarsfield 3.
"Solidario, agradecido, ayuno de envidias, Javier Ambrois entrega la pelota a Nardiello. El viento agita las banderas en los mástiles de la Vuelta de Rocha. Nardiello tira un centro rasante... Arremete J. J. Rodríguez, pero ya es tarde... tarde para remediar los errores del pasado... tarde para volver a unos brazos que ya no nos esperan... Ya es tarde para todo."
Según sus seguidores, el libreto le quitaba frescura a Bandarelli y -como hemos visto- recargaba un tanto su estilo.
Un día desapareció. Algunos dicen que se mudó, o que se murió, es lo mismo. La gente volvió a preferir los partidos sonantes y contantes de la radio.
Los relatores de hoy tienen la posibilidad de seguir al maestro e intentar la ficción y la fantasía en sus narraciones. ¿Por qué depender de la actuación, muchas veces mediocre, de los futbolistas? ¿Por qué no crear con la voz jugadas más perfectas? ¿Por qué no dar nacimiento a deportistas nobles, diestros y mágicos que nos emocionen más que los reales?
Se puede ir más allá. Todo el periodismo podría tener un carácter fantástico y abandonar los vulgares hechos de la realidad para aludir a sucesos imaginarios: conflictos, tratados, discursos, crímenes e inauguraciones de ilusión.
En este último instante comprendo que nadie me asegura que estos artistas no existen ya. Tal vez, todo cuanto uno lee en los diarios no es otra cosa que un invento del periodismo de ficción.
Sin embargo, esta clase de incredulidad conduce a sospechar la falsedad del Universo mismo. Suspendamos semejante astucia porque algunos hasta podrían pensar que el propio Bandarelli es imaginario y sus partidos, sombras de una sombra.

lunes, 28 de junio de 2010

EL BALLET EN EL BARRIO DE FLORES

Uno mas del negro Dolina que habita en "Cronicas del Angel Gris". No les voy a referir mucho acerca del cuento puesto que simplemente me gusto para ilustrar una linda charla.

Para los que gustan del arte y los que creen no ser parte de ese mundo, solo tengan a bien rescatar la oración final.

Aprovecho para recomendarles algunos eventos, hoy miércoles desde las 9hs inaugura "Una Muestra MACANUDA", que recoge lo mejor de las tiras de Ricardo Siri, el humorista gráfico mas conocido como "Liniers" y que estará hasta diciembre de este año en el Museo Barrilete (Vieja Usina).

A propósito de su visita en nuestra ciudad también hoy a las 11hs se presentara en el Centro Cultural España Córdoba para contar desde su singular perspectiva su visión respecto del bicentenario de nuestro país.


- hb -



EL BALLET EN EL BARRIO DE FLORES

- ALEJANDRO DOLINA -


El bailarín mas famoso que existió en el barrio de Flores era un mozo de cafè. Fue coreògrafo, director y maestro. Pero siempre debiò ganarse la vida en la Perla de Flores. Antiguos parroquianos aún lo recuerdan atravesando el local en puntas de pie, cargando la bandeja como una ofrenda pagana, cayendo de rodillas para agradecer una propina y saltando sobre la mesas con los brazos en alto, cuando alguien lo llamaba. Si habìa poco trabajo, se entretenìa en la barra, con un pie en el suelo y el otro sobre el mostrador.
Se llamava Aldo Manfredi. En sus modestos comienzos concurrìa a los asados o a las fiestas de cumpleaños y esperaba pacientemente. Nunca faltaba el comedido que lo invitara a mostrar su arte.

"Bàilese algo, Manfredi."
Sin hacerse rogar mucho, el hombre se largaba con su nùmero, ataviado con un calzoncillo largo y calzando unas viejas y embarradas zapatillas de baile. Muchas veces era provocado por los borrachos o los pendencieros que se complacen en hostilizar a los bailarines. Sin dejar de bailar, Manfredi pelaba un revòlver que llevaba siempre en la chaqueta y con desplazamientos de gran plasticidad daba a entender su resoluciòn de agujerear a quien tuviera ganas de seguir la broma. Sea por su talento o por su bufoso, lo cierto es que Manfredi era aclamado en todas partes. Sin embargo, su verdadera fama la alcanzò siendo ya hombre maduro, al fondar el legendario Ballet de Flores, un cuerpo del que surgieron ideas formidables, no siempre cabalmente apreciadas por el pùblico y la critica oficial.
Organizaba espectàculos con el apoyo de los comerciantes de la zona. En ocasiones, los bailarines lucìan inscripciones en su vestuario. Las orquestas eran poco numerosas. A veces se limitaban a tres guitarristas. Manfredi tenìa por costumbre ubicarse entre bambalinas para observar de cerca todas las figuras. Desde allì alentava a los bailarines y con frecuencia les hacìa oportunas indicaciones. Sus gritos se oìan desde la platea.
"Más adelante, Pedro, màs adelante…!"
"Un poco màs de gracia, Carlos, caramba…!"
Si las cosas no marchaban bien, no vacilava en irrumpir en el escenario para reprender a los más torpes. Con las muchachas era amable y paternal. Pensaba que muchos bailarines aprovechaban los momentos de màs estrecho contacto para propasarse.
"Saque la mano de ahì"– gritaba indignado.
Tal vez por eso evitaba en sus coreografìas los amontonamientos promiscuos y los abrazos prolongados. Pero el aporte màs original de Aldo Manfredi fue – sin duda – su teoria del argumento, expuesta a travès de un breve opùscolo que obligaba a leer a sus alumnos y que – tal vez – estaba escrito asì:

"El ballet es un gènero muy extraño. Un grupo de personas refiere una historia mediante pasos de baile.
"La eficacia narrativa de este procedimiento es por lo menos dudosa. Asì parecen comprenderlo los comentaristas, quienes suelen explicar minuciosamente el argumento antes del espectáculo.
"Ocurre que un salto en el aire resulta muchas veces insuficiente para comunicar sucesos tan complejos como un desengaño amoroso o la renuncia al trono de Polonia.
"Para expresarlo redondamente: existe la sospecha general de que sin auxilios exteriores nadie serìa capaz de comprender la naturaleza de los episodios que se representan."

Y en verdad, Manfredi conocìa estas sencillas verdades por propia experiencia. Varia veces habìa intentado convertir en ballet los libros que leìa. Y el pùblico jamàs captaba nada que fuera mucho màs allá del tìtulo. En colaboraciòn con el mùsico Ives Castagnino, habìa preparado una versiòn de los Ensayos de Montaigne. Casi se vuelve loco tratando de lograr que los bailarines dieran a entender la fugacidad de las doctrinas cientificas, la constancia del afecto de las bestias o el crecimiento de nuestro deseo antes las dificultades. Y eso, para no mencionar las abundantes citas de Marcial, Ovidio, Lucrecio, Plinio, Vegecio, Ciceròn, Horacio o Tito Livio, que ni por casualidad eran captadas por los observadores. Por otra parte, el tìtulo Ensayos fue interpretado equivocadamente por muchas personas, con las consecuencias que el lector culto ya se irà imaginando.
Para rimediar estos inconvenientes, Aldo Manfredi inventò su famoso Lenguaje del Ballet o Taquigrafìa bailable. Bàsicamente consistìa en asignar a cada gesto, a cada paso y a cada figura un significado permanente. Abrir los brazos indicaba amor, caer en el suelo era la muerte, recorrer el escenario mirando hacia arriba denotaba la ingenuidad. Con el tiempo la colección de movimientos y conceptos se fue haciendo màs amplia. Veamos:

Sentarse en el suelo: obcecaciòn, testarudez
Situarse a espaldas de otro bailarìn: traiciòn
Saltar en un pie: renguera
Golpearse el pecho: admisiòn de culpa, remordimiento
Arrastrar la panza por el piso: intrigas de palacio
Girar el dedo indice en la proximidad de la oreja: locura
Tambalearse: ebriedad
Dar vueltas de carnero: adhesiòn al idealismo platònico
Girar un bailarìn alrededor de otro: adhesiòn a la doctrina heliocentrica
Andar en cuatro patas: instintos bestiales
Formar un gran circulo con los dedos indice y pulgar de ambas manos: otro ha tenìdo màs suerte

De todos modos estas claves siempre eran insuficientes y asì Manfredi llegò a concebir un paso diferente por cada palabra, incluyendo pronombres, preposiciones y conjunciones. El diccionario resultante abarcaba cuatro mil vocablos con sus corrispondientes volteretas. Conforme a este método, el Ballet de Flores llegò a estrenar El Hombre mediocre de Josè Ingenieros con mùsica de tangos del novecientos. La experiencia fue desastrosa. Los bailarines conocìan el còdego de Manfredi, pero el pùblico no. Ademàs, occurrìa algo no previsto. Una frase bella en el lenguaje escrito correspondìa a gestos y evoluciones cuya combinaciòn resultaba torpe y sin donosura. El coreógrafo quiso ver en esto una consecuencia de la caprichosa sintaxis de Ingenieros. De cualquier modo, nunca màs volviò a insistir con la Taquigrafìa Bailable.
Probó màs tarde con la intercalaciòn de Explicadores en la platea. Cada tres o cuatro asientos, un individuo perfectamente aleccionado comentaba los sucesos del escenario.

"Miren, miren… ahì està el traidòr."
"Ah, claro… es que està soñando…"
"Èsa es la hechicera… Està preparando un filtro màgico para seducir a la princesa."

El sistema de los Explicadores se hizo insostenible por los altos costos y por el fastidio del público que reclamaba silencio, aun al riesgo de permanecer en la ignorancia.
Manfredi dio un paso màs y asì naciò el Ballet Hablado. Los propios bailarines proporcionaban la información indispensable.

"Soy el gigante del bosque…"
"Gran siete… me muero…"

Al que consiga rescatar a mi hija de la torre del castillo, le darè mil piezas de oro le darè…
Los espectàculos se deslucìan a causa de los resoplidos. No es fàcil bailar y dar saltos prodigiosos mientras se recitan parlamentos complicados. Sin embargo, La tragedia de Y de Ellery Queen, saliò bastante bien.

Manfredi no sòlo buscò ideas nuevas para dar a entender los argumentos. Tambièn se preocupó por incorporar al ballet elementos populares y atractivos para que las muchedumbres se acercaran al arte grande. Influìdo seguramente por ciertos artistas del café-concert, resolviò alentar la partecipaciòn activa del pùblico en sus obras. Al principio lo hizo tímidamente; en ciertos pasajes musicales, el director de la orquesta gritaba:
"A ver esas palmas…"
Después concibiò nùmeros donde los artistas bajaban a la platea y allì bailaban. Finalmente, instruyó a los integrantes del ballet para que obligaran a algunas señoras a intervenir en la danza. Así. muchas damas respetables eran revoleadas por el aire por lujuriosos faunos, ante el regocijo de la tertulia y la indignaciòn de los maridos. Gracias a estas innovaciones, la concurrencia creció. Pero la presencia de Manuel Mandeb, el ruso Salzman y otros atorrantes del barrio acabò por generar incidentes gravìsimos. Contagiados por el clima partecipativo, los muchachos del Ángel Gris subìan al escenario y molestaban a las bailarinas mientras sostenìan - a los gritos – la necesidad de bajar al artista de su pedestal.
Adelantándose a su tiempo, Manfredi montò espectàculos de danza en la calle, que no siempre encontraron la buena voluntad de los vecinos ni de los conductores de camionetas. En cambio tuvieron muchìsimo èxito sus Tangos con su correspondiente Letra para Bailar. Habitualmente un ballet de tango se limita a estilizar los pasos populares. La creaciòn del mozo de La Perla fue una cosa enteramente distinta.
Se oìa un tango cualquiera con su correspondiente letra. Los bailarines realizaban entonces pasos y figuras de un clasicismo irreprochable, representando el argumento del tango. En Mi noche triste un hombre abandonado recorre su pieza y verìfica la desolaciòn de sus pertenencias, contagiadas de tristeza. Acquaforte admite innumerables personajes: ancianas floristas, milongueras envejecidas, vendedores de diarios y libertinos miserables. Fueron memorables las versiones de Portero suba y diga, Por seguidora y por fiel, Mano cruel y A la luz de un candìl.

Aldo Manfredi era – tal vez sin saberlo – un artista romàntico. Creìa, como Keats, que la belleza y la verdad son la misma cosa. Se proponìa antes que nada provocar en los espectadores aquella suspensión de la incredulidad de la que hablaba Coleridge. Jamàs pudo lograrlo del todo a pesar de sus esfuerzos conmovedores, o tal vez precisamente a causa de ellos. Poco a poco se fue desalentando. Y un dìa resolviò que el ballet no le servìa para alcanzar sus desmesurados propósitos. El los ùltimos años de su carrera supo integrar un grupo de danzas folklòricas que ilustraba a golpes de malambo cualquier episodio de la historia argentina, accediendo incluso a los pedidos del pùblico presente. Un dìa saliò de gira y ya nadie volviò a verlo. En La Perla de Flores hay ahora otros mozos que nada saben de bailes clàsicos.

Pobre Manfredi… Buscò milagros por los caminos màs racionales. Derrochò su genio tratando de dar explicaciones. Y no comprendiò jamàs que el arte es misterioso y conduce a la emociòn antes que al entendimiento.
Bienaventurados los que han aprendido a llorar sin hacer preguntas.


miércoles, 16 de junio de 2010

MACANUDO

La respuesta a todo lo que me cuestiono cada mañana que me despierto y derrepente estoy sentado en este escritorio, en una sola viñeta.

lunes, 31 de mayo de 2010

EL PRINCIPITO - Capitulo XXI

El extracto de un libro que leí hace mucho tiempo cuando el capitulo final de "Jugate Conmigo" le hizo referencia y Cris Morena leía fragmentos de un cuento que mi abuela tenia escondido porque era peligroso.
No encontré nada que me haga daño en sus paginas pero tampoco pude disfrutar de las maravillas de la aventura de "El Principito" en aquel entonces, pero hoy que un blog amigo me acerca de nuevo a las andanzas del niño de Saint Exupery, no puedo mas que compartirlas.
No se como hará Cumbio para tener 200.000 visitas por día en su Fotolog, pero yo estoy muy muy contento y mas agradecido con mis 2001 visitas a CUALSURICATA.

Saludos!
- hb -

EL PRINCIPITO -

CAPITULO XXI

- ANTOINE DE SAINT-EXUPERY -


Fue entonces que apareció el zorro:
- Buen día - dijo el zorro.
- Buen día – respondió cortésmente el principito, que se dio vuelta pero no vio a nadie.
- Estoy aquí – dijo la voz –, bajo el manzano...
- Quién eres ? – dijo el principito. – Eres muy bonito...
- Soy un zorro – dijo el zorro.
- Ven a jugar conmigo – le propuso el principito.
– Estoy tan triste...
- No puedo jugar contigo
– dijo el zorro. – No estoy domesticado.
- Ah! perdón – dijo el principito.
Pero, después de reflexionar, agregó:
- ¿Qué significa "domesticar" ?
- No eres de aquí – dijo el zorro –, qué buscas ?
- Busco a los hombres – dijo el principito. – ¿Qué significa "domesticar"?
- Los hombres – dijo el zorro – tienen fusiles y cazan. Es bien molesto! También crían gallinas. Es su único interés. ¿Buscas gallinas?
- No – dijo el principito. – Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"?
- Es algo demasiado olvidado – dijo el zorro. – Significa "crear lazos..."
- ¿Crear lazos?
- Claro – dijo el zorro. – Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo...
- Comienzo a entender - dijo el principito. – Hay una flor... creo que me ha domesticado...
- Es posible – dijo el zorro. – En la Tierra se ven todo tipo de cosas...
- Oh! no es en la Tierra – dijo el principito.
El zorro pareció muy intrigado:
- ¿En otro planeta?
- Sí.
- ¿Hay cazadores en aquel planeta?
- No.
- Eso es interesante! ¿Y gallinas?
- No.
- Nada es perfecto – suspiró el zorro.
Pero el zorro volvió a su idea:
- Mi vida es monótona. Yo cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen, y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida resultará como iluminada. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los demás. Los otros pasos me hacen volver bajo tierra. Los tuyos me llamarán fuera de la madriguera, como una música. Y además, mira! ¿Ves, allá lejos, los campos de trigo? Yo no como pan. El trigo para mí es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. Y eso es triste! Pero tú tienes cabellos color de oro. Entonces será maravilloso cuando me hayas domesticado! El trigo, que es dorado, me hará recordarte. Y me agradará el ruido del viento en el trigo...
El zorro se calló y miró largamente al principito:
- Por favor... domestícame! – dijo.
- Me parece bien – respondió el principito -, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
- Sólo se conoce lo que uno domestica – dijo el zorro. – Los hombres ya no tienen más tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los comerciantes. Pero como no existen comerciantes de amigos, los hombres no tienen más amigos. Si quieres un amigo, domestícame!
- ¿Qué hay que hacer? – dijo el principito.
- Hay que ser muy paciente – respondió el zorro. – Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré de reojo y no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente el principito regresó.
- Hubiese sido mejor regresar a la misma hora – dijo el zorro. – Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; descubriré el precio de la felicidad ! Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Es bueno que haya ritos.
- ¿Qué es un rito? – dijo el principito.
- Es algo también demasiado olvidado – dijo el zorro. – Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas. Mis cazadores, por ejemplo, tienen un rito. El jueves bailan con las jóvenes del pueblo. Entonces el jueves es un día maravilloso! Me voy a pasear hasta la viña. Si los cazadores bailaran en cualquier momento, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.
Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se aproximó la hora de la partida:
- Ah! - dijo el zorro... - Voy a llorar.
- Es tu culpa – dijo el principito -, yo no te deseaba ningún mal pero tú quisiste que te domesticara.
- Claro – dijo el zorro.
- Pero vas a llorar! – dijo el principito.
- Claro – dijo el zorro.
- Entonces no ganas nada!
- Sí gano –dijo el zorro – a causa del color del trigo.
Luego agregó:
- Ve y visita nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Y cuando regreses a decirme adiós, te regalaré un secreto.
El principito fue a ver nuevamente a las rosas:
- Ustedes no son de ningún modo parecidas a mi rosa, ustedes no son nada aún – les dijo. – Nadie las ha domesticado y ustedes no han domesticado a nadie. Ustedes son como era mi zorro. No era más que un zorro parecido a cien mil otros. Pero me hice amigo de él, y ahora es único en el mundo.
Y las rosas estaban muy incómodas.
- Ustedes son bellas, pero están vacías – agregó. – No se puede morir por ustedes. Seguramente, cualquiera que pase creería que mi rosa se les parece. Pero ella sola es más importante que todas ustedes, puesto que es ella a quien he regado. Puesto que es ella a quien abrigué bajo el globo. Puesto que es ella a quien protegí con la pantalla. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres para las mariposas). Puesto que es ella a quien escuché quejarse, o alabarse, o incluso a veces callarse. Puesto que es mi rosa.
Y volvió con el zorro:
- Adiós – dijo...
- Adiós – dijo el zorro. – Aquí está mi secreto. Es muy simple: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos – repitió el principito a fin de recordarlo.
- Es el tiempo que has perdido en tu rosa lo que hace a tu rosa tan importante.
- Es el tiempo que he perdido en mi rosa... – dijo el principito a fin de recordarlo.
- Los hombres han olvidado esta verdad – dijo el zorro. – Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
- Soy responsable de mi rosa... - repitió el principito a fin de recordarlo.