miércoles, 25 de febrero de 2009

EL CAMINANTE VI

Asombrar con gestos amorosos a una persona que nos rechaza es, ante todo, una grosería.
Así como el que confiesa sus secretos íntimos al compañero de asiento, como el que hace regalos demasiados caros, me postulé ante María. Ella, cuando se aseguró de mi completa obsesión, me despidió irrevocablemente.
Una vez cumplidas todas las maniobras de la indignidad, me encargue de manipular las cenizas de aquella historia para que parecieran restos de un gran amor.
Inventé un tiempo de plenitud que nunca existió. Me obligué a suponer que María me amaba pero se resistía a admitirlo, en virtud de vaya a saber que jarabes psicológicos. Se me puso en la cabeza que era buena. Puse en plural sensaciones que fueron solamente mías.
Una madrugada de octubre, volví a encontrarme con Dorkas. Marchaba, cosa infrecuente, con paso fatigado. Me dio la mano a la pasada.
- Gusto en verlo - le dije - Veo que sigue tan hechizado como siempre.
En silencio fue hasta la esquina y volvió.
- No crea. Me parece que ya cumplí los cinco encargos de los Brujos de Chiclana. El licor, la entrada del infierno, la cigarrera. el enamorado.....
- ¡ Objeción ! - le grite - Yo estoy enamorado, pero no de la Bruja, sino de María.
- Todas las mujeres que lo rechazan a uno son La Bruja.
- Usted llegó a sugerir que María es el diablo.
- Todas las mujeres que lo rechazan a uno son el diablo.
- Usted parece pensar que toda frase sonora es verdadera. Además, si no calculo mal, le falta estrechar la mano de Manuel Mandeb.
- Acabo de hacerlo - dijo Dorkas - Usted no me engaña. En este barrio todos conocen las historias de Mandeb, pero nadie lo ha visto jamás. Usted es Manuel Mandeb. Usted es Jorge Allen. Usted es Salzman y Castagnino. Usted quisiera ser filósofo, ser poeta, ser músico, ser jugador, pero apenas si se atreve a contar historias, dándose aires de no creerlas del todo.
- Esa es otra de sus alegorías. Claro que en cierto modo soy Mandeb como en cierto modo soy la emperatriz de Bizancio. Pero, según se ve, los brujos de Chiclana no se contentan con metáforas. Usted no cumplió.
- Le aseguro que cumplí.
- Y entonces, si ya rompió el hechizo, ¿ por qué no se detiene ?
Dorkas empezó a pisar más fuerte que nunca.
- Hay algo que usted debe saber: todos estamos condenados a un hechizo cósmico. El universo es irremediablemente fugitivo. Nadie puede detenerse. Salvo que usted sea tan estúpido como para creer que detenerse es esto.
Y se plantó, firme como una estatua, delante de mí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Condor:salvajemente atractivo este blog!
Rebosante de dulce de leche repostero...
Sin duda, voy a volver a inyectarme jaja
Bss
Moli